¡A la rica castaña asada!

Llega el frio y con él ese olor característico e inconfundible de las castañas asadas. Su aroma embaucador nos recuerda que ya llega el invierno y la Navidad.

Las castañas asadas son un manjar simple pero exquisito. ¿A quién no le gustan las castañas asadas?

Asar castañas, aunque parece sencillo, es un arte. Se requiere, además de la materia prima y de las herramientas propias del oficio, una dedicación y un toque que sólo se consigue con la experiencia; es un oficio que se pasa de padres a hijos.

En Triana hay castañeros de toda la vida, es el caso de Juan José.

Juan lleva asando castañas 30 inviernos.  Antes que él estuvo su padre 40 años, y su abuelo otros tantos.

Aunque antaño se ubicaba en la avenida de Santa Cecilia, al peatonalizarse la calle San Jacinto mudó el puesto y ahora le podemos encontrar allí cada día.

Comenta que para asar castañas lo principal es que el género sea bueno, porque a nadie le gusta comprar un cartucho de castañas y que le salgan dos o tres malas.

Así que, aunque le salga más caro el saco, prefiere comprar castañas de calidad para evitar que sus clientes puedan encontrarse al morder una de sus castañas con un huésped asado (o medio huésped) o que simplemente sepan mal.

Y, por supuesto, es indispensable tener un buen hornillo y una olla apropiada.

Por otro lado, hay que saber asarlas y darles su toque. Las castañas además de buenas tienen que rajarse para que no te estallen y hay que tenerlas el tiempo justo dándole las vueltas correspondientes hasta que están tiernas sin quemarse.

De esto, sabe mucho Juan José.

Pero como en todo los oficios hay que innovar y en el caso de Juan, es el primer «castañero asador de batatas» de Triana.

Las batatas son muy agradable de comer, pero tienen el inconveniente de ser muy trabajosas de asar ya que necesitan su tiempo, ese bien tan escaso hoy.

Pero a él se le ocurrió que, mientras asaba las castañas y entre tanda y tanda, se podía aprovechar el calor del carbón para asar batatas. y la verdad es que ha sido todo un éxito ya que te compras el cartucho de castañas, te llevas una batata y mira, también cae.

Así que ya sabéis, si queréis un buen cartucho de castañas asadas o un batata recién asada, no tenéis más que pasaros por San Jacinto, que allí está Juan el castañero a diario, (reconocible por la sombrilla y por el humo) hasta que se acabe el frío.

Cuando acaba la temporada el castañero se va y se dedica a otras faenas y hasta el año que viene,- o no- ya que como el oficio pasa de padres a hijos, Juan quiere que  el suyo se vaya metiendo en esto para un día relevarle y seguir así con la tradición.

Entonces veremos el puesto de Juan José con un castañero nuevo.